Superar el «miedo escénico» con Programación Neurolingüística

Comenzaba el mes de diciembre del año pasado con la noticia de que la cantante Pastora Soler anunciaba en su cuenta oficial de Facebook que se retiraba de forma indefinida de los escenarios tras 20 años de carrera. El 8 de marzo de ese mismo año, se desmayó en un concierto de Sevilla y unos meses después, tras un intento de luchar contra su «miedo escénico», le «volvieron a fallar las fuerzas» en un concierto en el Teatro Cervantes de Málaga. Pastora reconocía que dejaba su carrera musical «hasta volver a recuperar la confianza». Pocos días después, Joaquín Sabina, ante un aforo completo de 14.000 personas en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid, repetía una experiencia similar. Tuvo que abandonar el escenario media hora antes de lo previsto reconociendo que un «exceso de ganas de estar bien delante de su gente» había provocado su malestar.

Da la casualidad de que hemos cerrado el año con estos dos casos de «miedo escénico» a nivel nacional, pero Pastora Soler y Sabina no son más que un par de ejemplos entre los muchos artistas que lo padecen o lo han padecido en algún momento de sus carreras. Artistas tan consolidados como Adele, Katy Perry, Leo Dicaprio, Robbie Williams o Barbra Streisand, lo han sufrido más de una vez en su propia piel. Además, esta reacción de ansiedad no sólo se manifiesta en el mundo artístico, ya que muchísimas personas condicionan sus vidas profesionales por no sentirse capaces de hablar en público, por tener miedo a sufrir un ataque de ansiedad, desmayo, bloqueo o pérdida de control cuando se enfrentan a un auditorio.

Los artistas forman una parte esencial en mi práctica profesional como Coach de artistas y este es uno de los temas recurrentes que trabajo en mis sesiones. En muchas de las ocasiones no se trata de un pánico tan extremo como para conducir a la persona al bloqueo total o al desmayo, pero sí se da un nivel de ansiedad lo suficientemente alto como para afectar sustancialmente su resultado sobre el escenario. El aprender a manejar estas situaciones es esencial para el artista. Muchas veces su prestigio está en juego porque ya cuenta con una carrera consolidada como pueden ser los casos de Pastora y Sabina. En otras ocasiones, lo que está en juego es la propia carrera del artista. Una reacción de este tipo en un casting o en una actuación impide a la persona mostrar su máximo potencial. Es mucha la presión que se concentra en tan solo unos minutos en los tiene que dar lo mejor de sí. Y más allá de la pérdida de prestigio o de oportunidades, está un aspecto que es uno de los que a mí más me motiva a nivel profesional para apoyar a estas personas en su proceso de superación: el miedo les está impidiendo disfrutar de algo que aman y que en este momento les está provocando más dolor que satisfacción.

Pienso que todos tenemos claro que el «miedo escénico» existe y está presente en muchas personas pero, ¿qué es lo que lo provoca? ¿Qué es lo que hace que una persona que incluso tras años de carrera y muchísimas actuaciones a sus espaldas entre en pánico y sienta la necesidad de abandonar el escenario o incluso su carrera? Basándome en la terminología de Timothy Gallwey diría que, en este momento, carecen del dominio necesario de su «juego interior». Gallwey desarrolló el concepto de «Inner Game» aplicado al deporte pero su metodología se ha extendido a otras muchas áreas. Ganar el «juego interior» consistiría en realizar el mejor desempeño posible mediante el acceso al potencial total de una persona. Su esencia consiste en prepararse mentalmente para actuar bien. El «juego exterior» estaría más enfocado a las habilidades físicas o técnicas y el «juego interior» se refiere a lo mental. Cuando los dos juegos trabajan al unísono se produciría lo que se llama «jugar en la zona» que es el estado de absoluta confianza de la persona en sí mismo y la ausencia de duda o ansiedad. Es un estado en el que no se tiene miedo al fracaso, en el que se fluye y existe plena conciencia de que el objetivo se puede lograr. La actuación fluye sin esfuerzo, sin tener que pensar en ello y esto permite a la persona poder disfrutar plenamente del momento. El «miedo escénico» impide «jugar en la zona», no le permite al artista vivir y disfrutar y, por ello, la clave sería la intervención sobre el «juego interior», teniendo en cuenta que la parte técnica o física ya cuenta con el nivel de excelencia necesario, claro.

En mi caso, para ayudar al cliente en el dominio de su «juego interior» trabajo fundamentalmente con herramientas propias de la Programación Neurolingüística (PNL). El trabajo con PNL puede proporcionar a la persona nuevas estrategias para poner a su cerebro a funcionar a su favor, ya que muchas veces aunque sea de manera inconsciente, parece que nos empeñamos en hacer que éste trabaje más bien en nuestra contra. Y en el caso del «miedo escénico», ¿qué se podría hacer? Veamos algunos ejemplos:

Centrar la mente en lo que se quiere obtener y no en el problema

Nuestra mente puede estar dominada por pensamientos de todas las veces que has intentado algo y has fracasado y por todas las razones por las que no conseguirás el éxito. En este sentido nos estamos enfocando en el problema y no en la solución.

Para ayudar a centrar la atención desde el estado problemático al deseado, la persona se puede plantear una serie de preguntas. Una pregunta sería: ¿Hacia dónde quieres ir? ¿Qué quieres conseguir? La respuesta podría ser: «Quiero librarme del «miedo escénico». Esta respuesta, sin embargo, sería más bien lo que se quiere evitar y no lo que se quiere obtener. Lo mejor es formular ese objetivo en positivo: «Quiero sentir seguridad en mí mismo cuando actúe delante de un grupo personas». Un siguiente paso podría ser describir cuáles son esas características que definen el estado deseado: «Quiero mostrar un rostro y un cuerpo relajado que se mueva de manera armónica. Una postura erguida, con la barbilla elevada. Una voz potente, segura, con la afinación correcta…» A continuación, el trabajo consistiría en ver cuáles de esas cualidades posee ya la persona, cuál es su grado de maestría y, en caso de que carezca de ellas o no tenga el nivel adecuado, ver cuáles son los pasos que se van a dar para conseguirlas.

Además de estar formulado en positivo, el objetivo tiene que ser comprobable y demostrable mediante la experiencia sensorial: ¿cuál va a ser la evidencia de que has conseguido el objetivo? ¿Cómo lo podrías demostrar ante ti o ante otros? Asimismo, ese objetivo debe ser algo que pueda estar bajo el control de la persona, que esté en sus manos el poder llevarlo a cabo.

Para conocer más sobre cómo formular adecuadamente objetivos y cómo incrementar la motivación para conseguirlos se pueden visitar las siguientes entradas: «Algunos consejos para que tus propósitos de año nuevo se hagan realidad» y «No más excusas».

Manejar la representación mental de la situación

Cuando alguien tiene «miedo escénico» seguramente tiene toda clase de pensamientos relacionados con aquellos momentos en los que algo no salió bien. Por muchas más experiencias positivas que haya podido tener esa persona, su mente se obceca en representar lo negativo. Puede tratarse de imágenes muy vívidas de aquel momento en que a la persona se le fue la voz, se olvidó del guión, se quedó en blanco o incluso se desmayó en el escenario. Probablemente son capaces de reproducir esas imágenes como si lo estuviesen viviendo en ese momento, lo que a su vez provoca que evoquen la emoción extrema que llegaron a experimentar entonces y esto les lleve a querer alejarse de esa experiencia que tanto les hizo sufrir. Puede que la persona en vez de imágenes, lo que reproduzca mentalmente sea un diálogo interno crítico que le recuerda lo incapaz que es de volver a subirse a un escenario, de aprenderse un guión o de conseguir un papel en una serie o película en su vida. Ese «crítico interno» le puede decir que no es lo suficientemente bueno, que hay mucha competencia, que todos los demás son mejores que él, que es una profesión con la que es imposible ganarse la vida , que no obtener la perfección implica necesariamente el fracaso…

Obviamente, la persona no hace todo lo descrito anteriormente por gusto, se trata muchas veces de procesos inconscientes que hay que aprender a manejar. Si ha sido capaz de crear en su mente esas imágenes y esos diálogos, puede aprender a crear otros que le pongan en posición de progresar y no de fracasar. El trabajo consistiría en cambiar la realidad que la persona está representando mentalmente para que, a su vez, se modifiquen las emociones que tiene asociadas a la misma y, por tanto, le lleven a actuar para obtener los resultados que desea. Además de minimizar el impacto de esa representación negativa, la clave es representar mentalmente lo que realmente quiere obtener de la manera más vívida posible y como si lo estuviese viviendo en ese momento en primera persona, como si ya hubiese logrado ese objetivo. Crear imágenes de cómo se quiere ver, qué es lo que va a sentir, oír cuando haya conseguido su meta. Por otra parte, si lo que existe es un diálogo interno crítico, éste se deberá rebatir y sustituir por un diálogo potenciador.

Aprender a generar estados internos propicios

Este punto me parece clave sobre todo para personas que tienen que demostrar mucho en poco tiempo. Consiste en que la persona aprenda estrategias para generar esos estados internos en los que su rendimiento es máximo, en los que está mostrando su máximo potencial.

Una de las herramientas más útiles que usa la PNL con este objetivo es el «anclaje». Un «Ancla» se crea cuando se asocia un tipo de respuesta a algún activador físico o mental. Se trabaja con la persona para que asocie el «ancla» repetidamente (algún gesto, palabra clave, imagen mental, etc…) a ese estado interior que quiere reproducir, de manera que cuando active su «ancla», cuando le preste atención, consiga evocar ese estado que desea para dar lo máximo de sí mismo sobre el escenario.

Estas son algunas de las muchas aportaciones que el Coaching y la PNL pueden ofrecer al reto de superar el «miedo escénico». Todas las estrategias al final van enfocadas a que la persona vuelva a adquirir la confianza perdida.

Desde aquí me gustaría animar a que todos a los que el «miedo escénico» les esté alejando de la profesión que aman, busquen todos los recursos a su alcance para salir de esa situación. Que si realmente deciden no seguir con su carrera artística, que sea porque así lo desean y no porque se sientan incapaces de superar su estado actual. Desearía que lo hiciesen por ellos mismos, porque realmente se trata de profesiones a las que casi siempre se llega con una clara vocación y, de paso, que lo hiciesen también por todas aquellas personas que se han quedado huérfanas de su arte. ¡Mucho ánimo!

4 comentarios en «Superar el «miedo escénico» con Programación Neurolingüística»

  1. Fantástico artículo.
    ‘El “miedo escénico” impide “jugar en la zona”, no le permite al artista vivir y disfrutar del momento’… totalmente de acuerdo, es importantísimo generar las emociones y confianza adecuada desde el minuto «cero», para que fluya de ahí en adelante todo el potencial de la persona, «in crescendo».
    Gracias!!!

    1. Hola Juan!! En total sintonía con tu comentario. Muchas gracias por leer la entrada y por tu participación. Besos!

    1. Hola Rodolfo! Muchas gracias por tus palabras sobre el artículo de PNL vinculado al «miedo escénico». La verdad es que la PNL es muy potente en cualquier caso y en especial para profesiones del mundo artístico y de la creatividad. Es mi herramienta base con mis clientes artistas. Encantada de colaborar en cualquier acción conjunta que sea de tu interés. Ya sabes dónde encontrarme!!;) Un abrazo!!

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